miércoles, 21 de mayo de 2008

UN CAMIÓN Y UNA UTOPÍA


Sobre lo alto de una montaña de radiosa nieve que amortajaba su cima, el círculo ígneo asomaba tímidamente; mientras en lontananza, craquelando el aire de la puna, una quena desgranaba sobre la planicie, el lamento de sus notas que hablaban de la tristeza del paisaje.

Sobre la pampa, como propiciado por inmaterial navaja, la herida sierpe de plata de un río corría en paralelo a un camino, sobre el que una máquina de pesado andar llevaba completa carga sobre el lomo de su carrocería, con la intención de trastornar la cordillera y llegar al mar.

Atrás dejaba el conductor, junto con la polvareda del sendero, amor pasajero, indeferencia y una huella de placer en los labios. Mientras tanto, en el recién dejado poblado, una dama sentada en una piedra que descansaba a las afueras, derramaba una lágrima de amor y de alegría…

Ella, aunque bien sabía que sólo era una quimera, aún guardaba en el fondo de su corazón la esperanza de que, algún día, aquel rudo chofer la llevaría junto a él, en el camarote de la cabina.

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