miércoles, 17 de septiembre de 2008

SUEÑOS DE CABALLERO

Esta es la historia de un hombre, poco común entre el común de la gente, tan sincero como tonto y tan tonto como todo soñador.

Pues en las noches de luna, en que su luz plata ilumina la tristeza de sus ojos y, mientras el conversar de la soledad gratifica su dolor y el cantar del silencio hiere sus tímpanos, una gota de esperanza se anida en su alma, porque si bien no la tiene a su lado, al menos sabe que ella existe en la distancia y la siente en su corazón.

La lejanía exaspera su amor prisionero tras los barrotes de su pena. Más él visita a su amada, trasponiendo auque sólo sea en quimeras, las montañas, los bosques y la inmensidad del mar. Pues, dentro de su corazón él sabe, ciertamente que, durante su sueño, en el dulce lecho en que tan preciosa dama reposa, ella siente la presencia y el aliento de aquel hombre que por ella vive y que por ella poco a poco se muere.

El arte de amar no conoce de profundidad de precipicios ni altura de cimas; porque el amor sabe de descensos y también conoce de alas. Y si debe volar migrando sus sentimientos, habrá de levantar vuelo para depositar un beso en la faz de su idolatrada, aunque sus músculos se desgarren en este aéreo viajar. Las alas del pensamiento son inmensas y fuertes alas, puesto que fueron diseñadas -cual obra de "encantamiento"- por el arquitecto de la utopía…

Es así que, mientras una lágrima se asoma en sus ojos, el hombre sabe que más allá del océano y de los molinos que lo separan, hay una Dulcinea que lo espera y sueña, esperando que algún día, el jinete caballero, asome con su triste figura tras el esplendor del horizonte, sobre brioso, famélico y albo Rocinante. Y una vez que esté junto a él, unir con ansia demente, labios con labios en un apasionado y loco beso…

Sí, el hombre sabe que más allá de la realidad y de la fantasía, más allá del tiempo y de la lejanía, más allá del sol y la grandeza descomunal del universo, más allá de las líricas letras y de los cuentos, en alguna remota parte de un reinado de nubes, una dulce Dulcinea ilumina sus senderos de aventura, con sueños de alegría, con esperanzas inciertas y con amor eterno.

¡Cuánta agonía lo consume, porque su vida es sólo de ella y por ella adora y por ella muere y por ella será un eterno bardo que escribe!

¡Cuánto ama a su bella Dulcinea!

3 comentarios:

rosse marie caballero dijo...

Arturo:
La bella princesa (Dulcinea en español)no se llama por ventura Nashira?
No olvides que Sábato dice en su Túnel: "El amor que fui alimentando durante años de soledad había encontrado su lugar en MAría" Cuidado con lo criollo!!

rosse marie caballero dijo...

Está bebllísima, Arturo. Felicidades. Te aviso que en Madrid hay una tour que se denomina "La ruta del Quijote" a donde tuve el placer de seguir, y visité la supuesta casa de Dulcinea, muy arcaica, por supuesto, llena de detalles... Hasta da la impresión de que El Quijote exisitió y cree, el turista, que esa ruta también!

A. TORRES M. dijo...

Ya me imagino, lo bello que debe de ser, el recorrer esa ruta que imaginó el Manco de Lepanto, cuando se le ocurrió dar vida al Noble Caballero y su genial escudero.

Con los turistas, debe de suceder lo mismo que pasa en Inglaterra, cuando buscan la casa de Sherlock Holmes, creyendo que realmente existió tan famoso detective.

Un beso.